martes, 31 de mayo de 2011

Cápsula Cerebral C2505

La ciencia y la medicina trabajan desde hace muchos siglos en la búsqueda de un sistema adecuado para burlar la muerte del ser humano. Actualmente, en pleno siglo XXVI, existen muchos frentes abiertos en esta materia, y la mayoría, poco éticos. Hasta hace poco, creía firmemente que estos intentos de prolongar indefinidamente la vida de un ser humano eran absurdos y aberrantes. Pero ahora estoy aquí, esperando -por voluntad propia- a que se inicie el proceso de transmisión cerebral. Quiero seguir viviendo.
La sala es fría, blanca y aséptica. Estoy tumbado en una camilla, inmovilizado de pies y manos. En mi cabeza han colocado una corona de transmisión de datos, con la que los doctores volcarán el contenido de mi cerebro en una cápsula cerebral C2505. Estoy nervioso, inquieto, tengo la garganta seca y mi pulso está acelerado. Lo he meditado mucho antes de dar este paso, y finalmente, después de pensarlo concienzudamente, he llegado a la conclusión que se me ofrece una oportunidad única de seguir vivo. La vida que me espera -si el experimento tiene éxito-, será probablemente muy extraña, y con seguridad, imprevisible.
Falta poco para iniciar el proceso de transmisión, mis músculos están en tensión, respiro con dificultad, los minutos son ahora eternos. El equipo médico está en su puesto realizando los preparativos previos. Irmann, el jefe del proyecto, me mira a través de la pantalla de cristal y me brinda una sonrisa lacónica.
INICIO DE LA TRANSMISIÓN CEREBRAL:
La sala oscurece lentamente. Siento un ligero hormigueo en mi cabeza, mis ojos se cierran pesadamente contra mi voluntad. Ahora percibo un leve mareo, es como si flotara en el cielo lleno de negras nubes, cada vez me resulta más difícil notar mi cuerpo. Muevo los dedos de las manos, siguen obedeciendo a mis impulsos, esto me tranquiliza un poco. Mi ritmo cardiaco disminuye y una sensación de vacío se apodera de mí.
Ahora mis recuerdos pasan frente a mí, las imágenes de cuando era un niño se suceden una tras otra a gran velocidad, mis vivencias de infancia hacen acto de presencia sin saber por qué: mis padres me saludan, mis hermanos y yo jugamos en el parque, corriendo de un lado para otro. Y ahora mi adolescencia: el entierro de mi padre, mi madre cogiéndome de las manos mientras llora. Y finalmente, vuelan ante mí los recuerdos de ella: sus intensos besos, sus oscuros e insondables ojos me miran…Karen…Karen…
FIN DE LA TRANSMISIÓN CEREBRAL:
No oigo ni veo nada, estoy inmerso en la más profunda oscuridad, es como si estuviera aislado del mundo externo. Tengo una sensación agradable pero no sabría definirla con exactitud. He sido preparado durante meses para ser objeto de esta operación de transmisión, y sé que ahora estoy integrado en una cápsula cerebral C2505. Este dispositivo está hospedando los datos y emociones de mi antiguo cerebro humano. Y además, lo maravilloso de este ingenio: emula la cognición del cerebro humano, con lo que puedo razonar, percibir y aprender.
Sigo sumido en la total oscuridad, pero ahora recibo una información externa que me facilita Irmann, no la oigo ni la leo, simplemente la recibió por un canal interno de la cápsula: «La transmisión ha sido un éxito, ahora vamos a activar el sistema periférico».
¡Dios! ¡Ha sido como si la descarga de un rayo hubiera caído sobre mí en fracciones de segundo! Y ahora percibo de nuevo mi cuerpo, pero es diferente, no noto mi respiración ni el latido de mi corazón. No lo puedo sentir, lo sé, en realidad no es mi cuerpo, es un cuerpo artificial que me dará la posibilidad de percibir el mundo exterior por medio de sus sensores integrados. Es tan difícil describir estas sensaciones, pero me encuentro relativamente tranquilo y seguro. Oigo voces, Irmann me dice que abra los ojos, que ya ha sido completada la fase de ensamblaje de la periferia.
Activo mi nuevo sistema de visión y veo frente a mí a Irmann, sonriendo de nuevo y preguntándome como me siento. «Bien, es muy extraño, pero, francamente bien», le respondo. Es maravilloso, puedo ver y hablar, mi voz no es la misma, ha cambiado, ahora es grave y monótona. Pero podré moldearla, podré aprender a entonarla adecuadamente y hacerla totalmente mía. ¡Dios mío! Me estoy viendo reflejado en un cristal, es increíble, soy una especie de androide con un rostro pétreo e inexpresivo. No debería sorprenderme así, tenía muy claro como sería mi aspecto si el experimento era un éxito. Irmann dice que puedo levantarme y caminar, que todo está funcionando como estaba previsto.
Me pongo en pie, y me muevo con cierta dificultad por la sala, mis pasos son lentos e inseguros. Pero mi capacidad de aprendizaje es asombrosa, y en breves minutos me adapto perfectamente al nuevo sistema de movimiento. Irmann no se separa de mí, me aconseja, me comenta cómo está evolucionando el hospedaje cerebral en la cápsula: «Es un éxito», me dice casi llorando. Y ahora un deseo inesperado se apodera de mí, tengo la necesidad de ver mi antiguo cuerpo humano, quiero ver los restos de lo que fui antes de realizar la transmisión cerebral. Se lo digo a Irmann y vacila, e insisto. Finalmente logro convencer al jefe del proyecto y sigo sus pasos, entramos en la sala dónde estuve unas horas antes, y, allí en la camilla, con la corona de transmisión en la cabeza, veo mi cuerpo sin vida. Observo mi antiguo rostro: pálido, inmóvil y marchito. Una infinita tristeza me paraliza. No siento ahogo, ni ganas de llorar, tampoco percibo que mi corazón palpite por esta reacción de dolor y tristeza al contemplar mi propio cadáver. Es tan intenso el sufrimiento que siento ahora, tan penetrante, es prácticamente insoportable…

Elías Pacenti Y Juan Ignacio Heis.

Es un cuento de ciencia ficción porque habla del futuro e interviene un servicio o bien que aun no existe.

Para nosotros es un caso de utopía porque se puede cambiar de cuerpo.

Elegimos este texto porque nos pareció llamativo, nos intereso como podíamos cambiar nuestro cuerpo y no morir en el intento, y fue el más interesante de los que leímos. Esperamos que les allá gustado.

lunes, 23 de mayo de 2011

Cuento de Ciencia Ficción:El Dragón de Ray Bradbury

La noche soplaba en el pasto escaso del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba, en el alma de los dos hombres, encorvados en el, desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les latía callada mente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes.

Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada.
- ¡No, idiota, nos delatarás!
- ¡Que importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo.
- Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos...
- ¿Por que? ¿Por que? ¡El dragón nunca entra en el pueblo!
- ¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino.
- ¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa!
- ¡Espera, escucha!

Los dos hombres se quedaron quietos.
Aguardaron largo tiempo, pero solo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, corno tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente.
- Ah... -El segundo hombre suspiró-. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede aquí. Alguien apaga el sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios, escucha! Este dragón dicen que tiene ojos de fuego, y un aliento de gas blanquecino; se lo ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos y azufre, que mando el pasta. Las ovejas, aterradas, enloquecen y mueren. Las mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida del sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como fracasaremos también nosotros?
- ¡Suficiente te digo!
- ¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en qué año estamos.
- Novecientos años después de Navidad.
- No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Qué, Dios nos ampare!
- ¡Si tienes miedo, ponte tu armadura!
- ¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados.

Enfundado a medias en el coselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza.
En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo.

En el corazón del viento nuevo había soles negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde: el inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío.
- Mira... -murmuró el primer hombre-. Oh, mira, allá...

A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido, el dragón.
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos, en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta, y el dragón, rugiendo, se acercó, y se acercó todavía más. La deslumbrante mirada amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro, y en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
- ¡Pronto!
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro.
- ¡Por aquí pasa!
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los caballeros.
- ¡Señor!
- Sí, invoquemos su nombre.

En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. Hubo un terrible alarido quejumbroso, y un ímpetu demoledor, y la bestia prosiguió su carrera.
- ¡Dios misericordioso!
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado, y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó, y el hombro negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo, gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.
- ¿Viste? - gritó una voz -. ¿No te lo había dicho?
- ¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos!
- ¿Vas a detenerte?
- Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo. Me pone la carne de gallina. No sé qué siento.
- Pero atropellamos algo.
El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió. Una ráfaga de humo dividió la niebla.
- Llegaremos a Stokely a horario. Más carbón, ¿eh, Fred?

Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de fuego y furia, entro en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el Norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.


Sobre Ray Bradbury:

Ray Bradbury, nació el día 22 de agosto de 1920 en Waukegan, Illinois. Su familia se mudó varias veces desde su lugar de origen hasta establecerse finalmente en Los Ángeles en 1934. Bradbury fue un ávido lector en su juventud además de un escritor aficionado. No pudo asistir a la universidad por razones económicas. Para ganarse la vida, comenzó a vender periódicos. Posteriormente propuso formarse de manera autodidacta a través de libros, comenzando a realizar sus primeros cuentos con una máquina de escribir. Sus trabajos iniciales los vendió a revistas, a comienzos del año 1940.Ray Bradbury vive actualmente en California y todavía escribe activa y divertidamente.
Existe un asteroide llamado Bradbury en su honor.

Federico Fidelibus y Agustin Di Giuseppe

sábado, 14 de mayo de 2011

La leyenda de la yerba mate (leyenda paraguaya)


En una gran selva, cerca de los Saltos del Guairá, vivía un señor con su esposa y su hija. La muchacha era muy buena y hermosa.
Un día llegó al rancho una persona de aspecto agradable. Con buenas palabras pidió al dueño de casa que le cediera permiso pasar la noche con ellos, había caminado mucho y estaba cansado. Prometió que al día siguiente, al salir el sol, iba a seguir su camino.
El dueño de casa aceptó y lo atendió como un miembro más de la familia. Cuando ameneció, el forastero tomó sus cosas para seguir su camino, pero antes de irse dijo al dueño de casa que él era un enviado del cielo, que había venido a la tierra para premiar a los buenos.
Afirmó que sabía que la familia era de escasos recursos y agradeció que de igual manera le dieran de cenar la única gallina que tenían y una cama, esto no lo haría cualquier persona, sólo los de buen corazón.
Como premio a su amabilidad, hizo que su hija no muriera jamás, la convirtió en una planta. Dijo que los hombres cortarían sus ramas y le arrancarían las hojas, pero que ella volvería a brotar más frondosa y bella.
El viajero se despidió y siguió su camino. Fue hacia el lado del alba, caminando de la mano de Dios.
Desde aquel día, las ramas y las hojas cortadas de la yerba mate son tostadas y molidas para que después sean utilizadas como bebida estimulante en el mate y tereré.

JOAQUIN ROMERO Y LAUTARO LOPEZ

lunes, 9 de mayo de 2011

Historia de Zeus

Zeus era el hijo menor del titán Cronos y de la titánida Rea y hermano de las divinidades Poseidón,Hades, Hestia, Démeter y Hera.
De acuerdo con uno de los mitos antiguos sobre el nacimiento de Zeus, Cronos, temiendo ser destronado por uno de sus hijos, los devoraba cuando nacían. Al nacer Zeus, Rea envolvió una piedra con pañales para engañar a Cronos y ocultó al dios niño en Creta, donde se alimentó con la leche de la cabra Amaltea y lo criaron unas ninfas.
Tras hacerse adulto, Zeus obligó a Crono a regurgitar a sus otros hijos en orden inverso al que los había tragado: primero la piedra, que se le dejó a Pitón bajo las cañadas del Parnaso como señal a los hombres mortales, el Ónfalos, y después al resto. En algunas versiones, Metis le dio a Crono un emético para obligarle a vomitar los bebés, y en otras Zeus abrió el estómago de Crono. EntoncesZeus liberó a los hermanos de Crono, los Gigantes, los Hecatónquiros y los Cíclopes, de su mazmorra en el Tártaro y mató a su guardiana, Campe. En agradecimiento, los Cíclopes le dieron el trueno, el rayo o el relámpago, que habían sido previamente escondidos por Gea.
Pusimos este texto porque nos gusto y tiene todas las características de un mito como los dioses, etc.


En la Titanomaquia (la guerra de los titanes contra los olímpicos), Zeus y sus hermanos y hermanas junto con los Gigantes, Hecatónquiros y Cíclopes, lucharon y destronaron a Cronos y a los otros Titanes, que fueron encerrados en el Tártaro, un lugar húmedo, lúgubre, frío y neblinoso en lo más profundo de la Tierra. Irónicamente, Zeus también encarceló allí también a los Hecatónquiros y los Cíclopes.
Tras la batalla con los Titanes, Zeus se repartió el mundo con sus hermanos mayores, Poseidón y Hades, echándoselo a suertes: Zeus consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos (el inframundo). La antigua tierra, Gea, no podía ser reclamada y quedó bajo el dominio de los tres según sus capacidades, lo que explica por qué Poseidón era el dios de los terremotos y Hades reclamaba a los humanos que morían.
Poco después de subir al trono como rey de los dioses, Zeus tuvo que luchar con otros hijos de Gea, los monstruos Tifón y Equidna. Zeus derrotó a Tifón atrapándole bajo una montaña, pero dejó a Equidna y a sus hijos con vida como desafío para futuros héroes.

Juan Pablo pellegrini y Juan Ignacio Centurión

lunes, 2 de mayo de 2011

el mito: explicacion y ejemplo

El mito consiste en una historia de carácter sagrado concerniente al origen del mundo y el universo. El carácter sagrado del relato viene dado por la creencia en el mismo, con una connotación religiosa. Normalmente nos referimos a este relato o historia cuando hablamos de mitos.El siguiente relato es un mito



La lucha de Perseo contra las Gorgonas

La diosa Atenea le entregó un espejo metálico intensamente brillante. Perseo se sujetó los zapatos alados y dejó que el viento lo transportase hasta el fin del mundo, allí donde habitaban los monstruos con las serpientes en la cabeza. las montañas eran allí altísimas, tanto que parecían acariciar el cielo, y Perseo divisó unas figuras petrificadas que permanecían inmóviles en medio de aquel paraje: un león que huía, que parecía mirar al vacío con sus fauces abiertas, una persona ésta también en plena huida, también convertida en piedra.

A la izquierda y derecha del camino había animales, personas jóvenes y adultas, niños, como cincelados por un escultor que pretendiese representar el pavor. Todos ellos habían sido las inocentes víctimas de las Gorgonas; con sólo mirarlas habían quedado petrificadas. Perseo se aproximó cautelosamente, internándose más y más en las profundidades de una cueva; por precaución sujetó bien delante de su rostro el espejo que Atenea le habla entregado, porque sólo reflejada en el espejo podía mirar a Medusa si no deseaba, también él, verse convertido en piedra. Percibió desde lejos una voz ronca y luego los silbidos de los colúbridos; esperó hasta que llegase la noche y las Gorgonas se hubiesen dormido; luego, con suma cautela, se aproximó cada vez más a ellas hasta descubrir en el espejo la imagen de la Medusa. Desenvainé rápidamente su espada y con un fuerte golpe le separó la cabeza del tronco la cabeza rodó por el suelo. Su rostro, convenido en una horrenda caricatura, miraba fijamente al vacío. Pero de la sangre que broté del tronco de la Gorgona surgió, envuelto en tempestuosas nubes, el caballo alado Pegaso.

El héroe introdujo la cabeza de la Medusa en la bolsa mágica. Pero apenas había finalizado su trabajo cuando las otras dos Gorgonas, sus hermanas inmortales, se despertaron y desearon vengar inmediatamente la muerte de su hermana. Perseo se cubrió rápidamente con el yelmo mágico, ahora era invisible para aquellos dos monstruos. Con sus zapatos alados ascendió y emprendió el vuelo; de esta forma consiguió salvarse de aquellos malignos y vengativos espíritus, las tormentosas ráfagas de viento zarandeaban a Perseo en el aire, de forma que al llegar la noche decidió pisar nuevamente tierra. Pero había descendido en el territorio del poderoso gigante Atlas. Éste poseía numerosos rebaños de ganado y grandes huertos en los que crecía un árbol con ramas de oro, hojas de oro y manzanas de oro. Perseo había confiado que el gigante lo acogería bien, ofreciéndole la hospitalidad deseada, pero el gigante estaba terriblemente enojado, deseaba darle muerte porque, según un oráculo, sólo había venido para robarle su oro. Perseo extrajo entonces de su bolsa mágica la cabeza de la Medusa y se la mostró al gigante. Atlas quedó inmediatamente petrificado convertido en una gigantesca montaña de piedra

Nosotros pusimos este relato porque nos pareció atractivo,reflejó las características que queriamos del mito y porque fue uno de los pocos mitos más o menos corto que encontramos para que no tengan que leer mucho ;).
Zschetzschingck, Valentin y Franco Doria